sábado, 18 de diciembre de 2021

CABRAS Y MEDIOAMBIENTE EN TENERIFE

Todos los días oímos, leemos y escuchamos a gente hablando del cambio climático, de la sostenibilidad, del coste energético, de la subida del coste de los alimentos y de las islas sostenibles. Nosotros, sin embargo, estamos acostumbrados a hacer una lectura más básica, sin tanto artificio lingüístico ni teórico, y hablamos de la gestión de los montes, de las actividades agroganaderas, del uso del suelo, de la cobertura alimentaria y de la relación de la población y la naturaleza.

Hemos de destacar que vivimos en un territorio con muchas limitaciones en cuanto al agua y al suelo cultivable. En este marco natural hemos creado un modelo de vida poco respetuoso con la naturaleza, con un modelo económico urbano consumista. Se ha creado una naturaleza contemplativa en la que hemos declarado un alto porcentaje del territorio protegido -sobre el 50% en la isla de Tenerife- pero nos hemos olvidado de que la protección del territorio no puede ser un tema contemplativo sin apenas presupuesto económico. Además, tenemos un territorio superpoblado, con veranos largos y secos, en la que hemos marginado a los gestores tradicionales de la naturaleza en sus usos y costumbres, algo que nos pasará factura tarde o temprano.

La vegetación que hoy valoramos como algo básico es el resultado de esa cultura que comenzaron los guanches en la que la agricultura y el pastoreo fueron compatibles. Los agricultores y los ganaderos aprendieron a convivir con la naturaleza, dejándonos el patrimonio actual que ahora disfrutamos. Los agricultores y ganaderos movían el ganado de la costa al monte, de norte a sur, y los rebaños de cabras y ovejas pastaban en invierno en la costa y en el verano en las cumbres. Así ha sido durante los últimos 500 años en nuestras islas y podemos citar algunos ejemplos como los codesos en La Palma y Gran Canaria y las retamas en Tenerife. 

No hay que olvidar que hasta los años 50 del pasado siglo -el otro día- había periodos de entrada y salida de más de 10.000 cabras en Las Cañadas. Desde la casa forestal de Los Realejos (casa del queso), Don Benito Fraga (DEP) -el guarda forestal de la zona- nos describió cómo funcionaba en un territorio limitado una gestión tan compleja de miles de cabras y pastores.

Hoy, en nombre del medioambiente, hemos sustituido el pastoreo, introduciendo los muflones y los arruí. Hemos separado a los agricultores y ganaderos de la gestión y recurrimos a equipos caros y complicados para el monte. Además, ahora, para la defensa de los incendios, utilizamos otros métodos, rompiendo los vínculos básicos con los agricultores y ganaderos. 

¿Podemos gestionar la naturaleza ignorando a los agricultores y ganaderos? Sinceramente, creo que no. Hemos de corregir esta situación, volviendo a una valoración de las actividades humanas en la gestión del monte con una nueva relación. La sostenibilidad requiere otra lectura en la que entre en juego la participación de la población local. Tenemos que potenciar la agricultura y la ganadería y la participación de la población rural en las actividades ambientales, poniendo recursos económicos en los presupuestos para realizar los trabajos complementarios de los ganaderos. Hay que potenciar zonas en las que tenga preferencia la actividad pastoril, realizar cortafuegos en los entornos de las zonas pobladas para dejarlas libres de maleza y tener instalaciones para guardar el ganado en el monte en la época de baja producción de leche. En una palabra: hay que hacer una gestión ambiental como se hacía antaño, donde tenemos ‘ejemplos de libro’.

En Tenerife tenemos pastores que mantienen numerosos barrancos limpios de maleza, como es el caso del Valle de La Orotava, con más del 30% de los pastores de la Isla. Sin embargo, en otras zonas, los matorrales y la maleza rodean las zonas pobladas y tenemos barrancos cubierto de zarzas y cañas que son ideales para que los incendios se propaguen. Actualmente tenemos un centenar de cabreros con algo menos de 10.000 cabras retirando malezas en la isla de Tenerife. A ese trabajo hay que añadirle el valor del queso y el de los puestos de trabajos que generan. Sin embargo, tenemos municipios en los que no tenemos vacas ni rebaños de cabras ¿Están en mejores condiciones ambientales que el resto? Nosotros no conocemos ni entendemos un modelo sostenible con la naturaleza sin que haya gestión humana.

En Andalucía la actividad ganadera es una herramienta útil para la prevención de los incendios forestales. En dicho marco de colaboración entre los gestores ambientales y los ganaderos han conseguido un nivel de eficiencia importante. La Red de Áreas Pasto-Cortafuegos de Andalucía (RAPCA) ha logrado unos resultados extraordinarios que deben hacernos reflexionar en Canarias.

Hemos de tender puentes entre las Administraciones y los agricultores y ganaderos. Los marcos teóricos vigentes son un peligro y la naturaleza no se puede gestionar con un marco teórico biológico fabricado en despachos urbanos por profesionales (juristas, biólogos, ingenieros) que apenas tienen conocimiento de la sociología del territorio. Y menos aún, algo que fue redactado en un marco teórico de un modelo que proponía para Canarias una sociedad de servicios en la que la naturaleza era algo contemplativo, en una sociedad urbana, con enchufes para coches eléctricos que alimentaban las placas solares y los molinos.

La sostenibilidad que se nos presenta es mucho más compleja. Tenemos que hablar de menor consumo energético, de economía circular y de producción propia en cuanto a la agricultura y ganadería. Tenemos que promover un menor consumo y dependencia de los bienes del exterior y fomentar que haya alimentos para el ganado y materia orgánica para nuestros campos, tal y como se venía haciendo en el pasado.

Hagamos un debate educativo político hacia donde hemos de ir por las buenas o por las malas. Es bueno que sepamos que la cultura de los pastores y los agricultores y la convivencia con la naturaleza es algo más que un Máster, dos congresos y tres jornadas promovidas desde las Administraciones y las universidades. 

Ahora hay que gestionar la naturaleza no solo mirando y observando la cultura de ayer, con sus aciertos y errores, en la que, sin lugar a dudas, la sostenibilidad era más que una teoría. Tenemos que mirar al pasado ya que lo que se nos propone ahora como alternativa al cambio climático y a la sostenibilidad demanda máquinas y tecnologías enormemente dependientes del petróleo. Nadie conoce hidroaviones y helicópteros funcionando con energía verde, pero sí que nuestros pastores y sus 10.000 cabras siguen limpiando y cuidando nuestros montes en un perfecto equilibrio entre el hombre y la naturaleza.


1 comentario:

  1. Es toda una batería de temas complicados y complejos, difíciles e interrelacionados.
    Creo que puede ser erróneo asimilar "nuevo" con "bueno", porque no pocas veces son contradictorios, pero tengo mis dudas también de que todo tiempo pasado haya sido mejor. El ser humano, además de bondades éticas, es también oportunista, explotador y tremendamente egoísta. Sólo así se explica que tras milenios de injusticias y crímenes sociales espantosos el socialismo sea una absoluta minucia y el capitalismo rampe con más fuerza cada vez, especialmente una vez extinto el modelo soviético que -con imperfecciones como todo lo humano- ejercía de faro.
    Las sociedades primarias han protagonizado tantos desastres ecológicos y esquilmas como las terciarias; únicamente la menor potencia tecnológica atempera los efectos de sus desmanes sobre el medio natural. Superado el nomadismo -única forma de vida que tiende a respetar a los seres y al medio que le rodea, sedentarismo y explotación ilimitada del medio han ido de la mano.
    Un crecimiento poblacional descomunal y fuera de control no hace más que agravar el problema ambiental. Las ciudades, especialmente, son un sumidero de recursos, pero a nadie se le puede obligar a vivir ruralmente. Es evidente que las ciudades, por los motivos que sean, atraen a la inmensa mayoría de los seres humanos. Y estos buscan la acumulación y el confort al precio que sea.
    ¿Incendios forestales y de interfaz? Yo no aprecio un incremento general en el número, si bien es cierto que los de tipo moderno -el segundo- por sus efectos sobre vidas y propiedades son devastadores. Y es verdad que lo que cuesta un helicóptero (o sus servicios) dan para mantener varias cuadrillas sobre el terreno. Y que sin infantería no hay artillería que consolide posiciones, que gane batallas. Pero también es cierto que muchas veces, sin ese apoyo, nos habría sido imposible atajar fuegos. Olvidemos el mito de que antiguamente estos no llegaban a las casas, porque experiencias tenemos de incendios pavorosos, con toda la población prácticamente luchando contra ellos y que se apagaban cuando la lluvia aparecía. Canarias tiene un territorio que a veces hace imposible "ir a por las llamas" en ataque directo, porque se inician o se introducen en lugares en los que ningún humano, siquiera pastor o agricultor, transita.

    En fin, una sarta de frases sin llegar a conclusiones prácticas. Pero es que, como puse al inicio, lo que plantea Wladimiro ni es sencillo ni es simple...

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