Estos días nos ha visitado una borrasca que cubre las carencias ambientales en un territorio olvidado por los gestores de la naturaleza. Hemos tenido mucha suerte, ya que hemos perdido más de 80.000 agricultores en los últimos años. Es decir, nos hemos quedado sin los campesinos que labran, escardan, pastorean, retiran hierbas, pinocha, limpian los barrancos, retiran lo árboles muertos (leña), entre otras muchas cosas.
Hablamos de labores propias de la vida rural en la que los campesinos labradores con una yunta se han convertido en un elemento exótico, más propio de salir en las fotos de los turistas que de ser una parte natural del paisaje. Ahora nos aparecen unos aguaceros a finales de noviembre y ponen una ‘alerta amarilla’ en el mes más lluvioso del año.