sábado, 21 de mayo de 2022

AGUA Y COMPROMISO SOCIAL

El entorno social y la situación personal me hacen mirar para el marco geográfico y hacer una profunda reflexión sobre el agua en este matutino en el que llevo escribiendo algo más de 40 años. Los problemas del agua son mundiales: los agotamientos de los acuíferos, la contaminación, la sequía, las demandas urbanas, la competencia por el uso, agricultura, turismo, industria y costes energéticos son comunes en todo el globo terráqueo.

La retirada de numerosas banderas azules en nuestras zonas turísticas indica un alto grado de irresponsabilidad y de cómo se han despilfarrado los recursos, con planteamientos a corto plazos e ignorando y marginando el interés público y destruyendo lo ambiental.

Ha habido una tolerancia técnico-política lamentable y no es normal que tengamos depuradoras construidas con dinero público que se encuentren en un estado ruinoso mientras hay núcleos de población agrupados sin red de alcantarillado. Tampoco es entendible los grandes núcleos urbanos con instalaciones de lujo en zonas turísticas residenciales y tan pobres en la gestión del agua como ocurre en la costa de Arona a Santiago del Teide,  Puerto de la Cruz, o Candelaria. 

Tenemos pueblos con la población más concentrada en el mundo rural como Arafo y La Guancha que tienen los mismos problemas; o el caso de Arico, cuyos núcleos están más dispersos. El puertito de Güímar y Lomo de Mena y Agache -en el entorno de Candelaria y Güímar- o El Tanque son otros ejemplos de lo mal que se han hecho  las cosas. Sin duda, hay que corregir esta situación y hay que analizar cómo está la red en numerosos puntos de nuestra costa desde Teno a Las Galletas.

La instalación de la tubería de fundición con agua de Santa Cruz-Laguna a Las Galletas, con capacidad de 1.800 pipas/hora, es una referencia de hacer las cosas bien. Tenerife y Canarias fueron pioneras en toda España a finales del siglo XX. Es decir, se pueden –y se deben- hacer las cosas de forma correcta para el tratamiento y uso del agua.

En los primeros años del siglo XXI tuve la oportunidad de participar con los responsables políticos y técnicos del Cabildo de Tenerife y fue fácil tender puentes de entendimiento entre todos. La participación del Cabildo en toda la problemática del agua fue fundamental, con las instalaciones en La Montaña de Chó, la conexión  con la depuradora Adeje-Arona y el compromiso del profesor aronero, Sebastián Delgado, y su equipo de la Universidad de La Laguna en los análisis científicos del agua para un seguimiento valioso para la salud humana y la salud del suelo. 

Los problemas de la demanda del agua para el turismo y el agua para la agricultura crearon en Arona el primer núcleo de riego importante, con unas 1.000 ha con aguas depuradas de toda España en los primeros años del siglo XXI. Hoy me siento orgulloso de haber contribuido en una obra que sigue siendo una referencia en Canarias de un emporio agrícola que ha dejado de ser la primera referencia nacional, ya que los murcianos y alicantinos han mejorado de manera importante.

En Canarias las aguas urbanas significan más del 50% de los algo más de 500 hm3 que dispone el Archipiélago. Hemos hechos otras mejoras que comienzan con pequeños avances en Gran Canaria y en Valle de Guerra-Tejina y Adeje-Santiago del Teide, en Tenerife. Sin embargo, en Lanzarote y Fuerteventura la depuración y reutilización son poco significativas, mientras que en La Palma se queda con amagos. La Gomera y El Hierro no hay ni siquiera amagos de reutilización, dejando de aprovechar esa posibilidad. 

En Tenerife hicimos pequeñas depuradoras con juncos y ranas -caso del Alberge de Bolico-, y creo que debemos plantear con más energía la depuración, incorporando el mayor caudal de agua de las islas -las aguas urbanas- y la reutilización en numerosos núcleos como es el caso de La Laguna para regar forrajeros y frutales. 

Creemos que los núcleos urbanos turísticos deben apostar por la depuración, fomentando la reutilización para los cultivos. Y es necesario corregir de manera urgente la situación actual, dotando de alcantarillado los principales núcleos de población, con depuración  y reutilización, tal y como ocurre en las cuencas del Rhin, de El Tajo o del Indo. 

Hagamos un buen uso de un bien escaso y fomentemos otra cultura del agua. Hay que romper con la teoría de un bien ilimitado y de asociar el agua dulce al mar –que algunos creían que era infinito-, que también está manifestando agotamiento por la contaminación y la falta de cuidados.

No podemos derrochar un recurso valioso que está intrínsecamente vinculado a la producción de alimentos –y sus puestos de trabajo- y que agrede a nuestro mayor sector económico -el turismo- con asuntos como la pérdida de banderas azules, lo que supone un impacto negativo para la isla. 

Sean estas líneas de agradecimiento para los agricultores de Las Galletas, que también lo  hago extensivo a todos los que luchan por un Archipiélago más sostenible donde se haga un buen uso del agua, nuestra principal fuente de vida.


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