sábado, 7 de mayo de 2022

Inglaterra: papas y cambio climático


Las papas son uno de los cultivos más importantes del Archipiélago y tienen un gran peso, tanto en la alimentación local como en la exportación. Aquí cultivamos papas de procedencia andina hasta finales del siglo XIX, cuando los ingleses introdujeron semillas de carne blanca: King Edward, Kerpink Uptodate, etc. Desde las primeras décadas del siglo XX hasta la fecha, tenemos una dependencia de las Islas Británicas con relación a las semillas, ya que no las traíamos de la Península por la plaga del escarabajo, que arruinaba nuestras cosechas.


Las relaciones se mantuvieron hasta la entrada de Inglaterra en la Unión Europea. En 1976 exportamos 44.000 toneladas, básicamente en los meses de febrero y abril, dada la climatología de las Islas Británicas ya que las papas requieren entre 10 y 25 ºC. Con posterioridad, seguimos importando la semilla de Inglaterra, siendo el cultivo mayoritario con papas de importación, quedando la papa de color en unos puntos concretos de Tenerife como Icod el Alto, Anaga, Valle de la Orotava, El Rosario y en otros puntos en Lanzarote.


Las papas que tenemos ahora son dumping. Es paradójico que estemos consumiendo ahora en Canarias papas que fueron cavadas en septiembre de 2021. Y no es paradójico sino lamentable que nuestros agricultores estén sufriendo el coste de las semillas y de los abonos y que no puedan cubrir ni los gastos para las cosechas. Además, por parte de la Administración tampoco se han establecido unos precios mínimos para que los agricultores puedan subsistir. En resumen, estamos comiendo papas de fuera que fueron cavadas hace ocho meses mientras nuestros campesinos canarios se arruinan.


Inglaterra y las papas de invierno


En el mes de abril hemos importado unas 6.000 toneladas de papas del exterior, siendo las Islas Británicas el principal suministrador. Es decir ¿el clima de dicho territorio ahora permite cultivos de invierno? ¿Es eso cosa del cambio climático? ¿Hay una retirada de excedentes en las Islas Británicas? ¿Qué ocurre con las papas de Israel o Chipre?


No es de recibo que en Canarias no cubramos el autoabastecimiento en papas, ya que tenemos suelos apropiados para el cultivo, ya sea en las medianías del norte de las islas regadas por los alisios para la cosecha de primavera-verano o bien con los cultivos de regadío en zonas bajas o en los jables del sotavento, como ocurre en el caso de Tenerife.


No es entendible ni defendible que los agricultores que están arrancando papas en abril de 2022 tengan dificultades para conseguir cubrir los costes de producción. Han subido los precios de la semilla, los abonos químicos y el combustible y en estos momentos se venden papas inglesas con precios de menos de 1 euro/kilo. Aquí y ahora la reducida cosecha continúa generando ambiente de empobrecimiento y de pérdidas, ya que nuestros agricultores no cubren costes. Además, es bueno que sepamos que hemos pasado de cultivar 15.000 ha en los años 1970 a situarnos en los últimos años en torno a las 4.000 ha y que en 2022 solo hay algo menos de 1.500 ha.


Queridos agricultores y responsables políticos, hay que realizar medidas concretas para arreglar esta situación. Hemos de situar las papas en un nuevo marco social y ambiental relacionado con la alimentación, los puestos de trabajo, el poblamiento y los últimos acontecimientos. Tenemos limitaciones en los rendimientos de numerosos cultivos que habían duplicado rendimientos por hectáreas cultivadas, mejoras genéticas, fertilizantes, herbicidas, el movimiento de alimentos y la conservación con energía barata. Ahora, sin embargo, comienzan problemas como es el caso de la soja en Brasil y Argentina que también nos pueden afectar.


Canarias requiere una diversificación económica, con un máximo cuidado con el medio ambiente y la producción de alimentos. No es entendible que las zonas en las que la producción de alimentos para el mercado interior como las papas, cereales, ganadería y frutales sean zonas con una población envejecida o despobladas –como ocurre en el Norte de la Palma, el noroeste de Tenerife, las medianías de Gran Canaria y El Hierro– porque hemos arruinado la producción local con excedentes del exterior.


Se ha marginado la actividad tradicional en el medio rural enarbolando una supuesta protección ambiental separada de los moradores locales. Se están maltratando actividades tan útiles para la lucha contra los incendios como la que realizan los pastores, que retiran la vegetación de las zonas marginales, los bordes de los caminos, los barrancos, los cortafuegos y los entornos de las zonas pobladas. El estiércol y la ganadería hay que entenderlos no solo como una agricultura más sana sino como un mayor equilibrio con la naturaleza. En una palabra, tiene que haber una armonía entre los humanos y la naturaleza por eso que ahora llaman economía sostenible y kilómetro 0.


Desgraciadamente, ahora mismo no miramos para dentro de casa y nos vemos inmersos en un consumo insolidario con nosotros y con las generaciones venideras. Creo que estamos a tiempo de cambiarlo, de recuperar nuestras mejores tierras, de ofrecer una alternativa a los jóvenes para que se incorporen al campo –con salarios dignos– y de mejorar el autoabastecimiento y reducir nuestra dependencia del exterior. Ese es uno de los mayores retos de las Administraciones si queremos tener un futuro mejor en Canarias.

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