sábado, 20 de enero de 2024

La papa bonita y los últimos de Icod el Alto


Teníamos estos días la oportunidad de recibir experiencias de tres campesinos que han mantenido el cultivo de la papa bonita, o de color, a la usanza tradicional, esa que ha permitido la pervivencia de esta maravilla gastronómica desde que llegara a esos altos de Los Realejos hace más de 400 años. De hecho se dice que las primeras papas que llegaron a Holanda, y al continente europeo, procedían de Icod el Alto. 


Efectivamente, don Vicente Suárez, don Tito López y don Antonio Mesa nos refrescaban estos días en esa parte privilegiada de los altos realejeros algunos de los aspectos que tienen que ver con esa cultura de la papa bonita que, en el caso de Tenerife porque en el caso de La Palma y Lanzarote prácticamente ha desaparecido; se desarrolló principalmente en la zona de Anaga y desde La Esperanza hasta El Palmar, en Buenavista del Norte. 

Y es que hablamos de unos cultivos de especial interés no sólo económico sino, además, de gran valor social y ambiental. La cultura de la papa bonita, y su pervivencia a lo largo de los siglos sin dependencia alguna de semillas venidas de otras latitudes, ha sido el fruto de toda una cultura que ha cuidado al máximo las variedades y la calidad de los suelos entre otras cosas mediante un sistema de rotación de cultivos, tradicionalmente a tres hojas con chochos, trigo y papa. Jamás papa sobre papa.

También en cuanto a la protección y mantenimiento de los suelos era, y es en la medida de lo posible, fundamental la presencia del estiércol, generalmente procedente de explotaciones ganaderas que hoy escasean y se intenta sustituir en el mejor de los casos por compost majorero o alternativas no tan apreciadas por el agricultor tradicional como la gallinaza. Don Tito nos recuerda que, en el caso del guano, siempre enterrado en el momento de la siembra, nunca sobre tierra.

Icod el Alto es uno de los pocos sitios, quizás el único, donde existe la costumbre de partir la semilla, lo que permite que las papas cosechadas sean más grades dado que a menos ojos menor número de hijos. Pero en el cuidado de la semilla, para evitar se vaya degradando, es básico el intercambio entre agricultores de tal forma que no se siga sembrando la misma semilla en la tierra que la produjo. Un ejemplo de ello, muy utilizado en la cultura campesina, es el cambiar la semilla de tierra de polvillo a tierra de barro o viceversa. 

Pero quizás los intercambios de semillas más importantes históricamente eran entre comarcas, incluso cruzando la cumbre de sur a norte. Todo ello, sin duda, ha representado una cultura que hoy día corre el riesgo de desaparecer y muy pocos agricultores mantienen los sistemas de rotación de cultivo, el año pasado sólo dos sembraron chochos por la zona (y probablemente muy pocos más a nivel incluso de Canarias) y apenas si llega a una decena los pocos que aún siembran trigo, que pese a todo es también un referente porque se trata de un cultivo en vías de desaparición. 

Nos recuerdan nuestros amigos cómo se pasaban semanas enteras bajando con mulos cargados de chochos que servían también como alimento para el ganado y que, además, era un elemento fundamental a la hora de sanear los terrenos y controlar la presencia de plagas gracias a estos sistemas de rotación de cultivos que poco a poco van desapareciendo. 

La nueva filosofía, en los más jóvenes que se han ido incorporando con una perspectiva efectivamente más comercial, parte de otros planteamientos quizás en parte inevitables pero acaso nunca debemos olvidar de dónde venimos y la importancia de estos métodos de producción que la experiencia de siglos nos los muestran como eficaces no sólo por el mantenimiento, sin degradación alguna, de la calidad del producto y la semilla sino que, además, han garantizado la riqueza de los suelos que en absoluto pierde propiedades agronómicas sino más bien al contrario.  

Eso sí, en el caso de Icod el Alto quizás no se esté cultivando ni la cuarta parte de las extensiones de antaño y eso que pese a todo sigue siendo referente en lo que tiene que ver con el mantenimiento de la agricultura de medianías. En muchos casos la falta de estiércol se intenta suplir con la recuperación de tierras balutas en las que se muelen zarzas y demás pero eso es una alternativa temporal de un año o dos, los suelos necesitan el aporte de material orgánico de calidad porque de otro modo se van degradando.  

Cuando hablamos de los últimos de Icod el Alto, a lo que nos referimos es a la necesidad de valorar lo tradicional, lo que nuestros mayores nos enseñan fruto de una experiencia de siglos que se ha demostrado eficaz. El cultivo de la papa bonita requiere especial dedicación, para nuestros amigos además del arriendo (eliminación de malas hierbas incluso antes de que salga la papa) y asecharlas es fundamental encolmarlas cuando la rama comienza a ponerse amarilla, con los laboriosos volteos que ello requiere. 

Desde los diez años don Tito López, hoy octogenario, cargaba con el arado y labraba tierras ante la incredulidad de algunos mayores que veían con asombro cómo manejaba la yunta. Tiempos duros y difíciles en un barrio que tuvo que movilizarse (pese a contar con tres o cuatro mil habitantes) para que las autoridades se ocuparan de construir un colegio y que hoy mantiene, a duras penas pero probablemente como nadie en Canarias, una agricultura de medianías que es nuestra obligación mantener y prestigiar. 

Wladimiro Rodríguez Brito

Juan Jesús González Afonso


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