lunes, 4 de noviembre de 2024

Los plátanos y las fábricas de tornillos. El agua , de Barlovento a Fuencaliente. (Entrevista en AGROPALCA-66)

Tenemos un debate con la agricultura al confundir producir plátanos con fabricar tornillos. Sobre temas ambientales y sociales, en buena lógica, los agricultores locales no pueden competir con las bananas y sus costes de producción. 


Leer el paisaje agrícola, por ejemplo, entre Puerto Espíndola y la plaza de Los Sauces y compararlo con las plantaciones de Novoa en Ecuador, pone de manifiesto que la agricultura canaria no puede ni debe mirar hacia el trópico en cuanto a producción por hectárea. Plantear en las islas que esta sea de 80 Tm/ha como pretende ASPROCAN, ignorando nuestros aspectos sociales y ambientales, bien entendidos por la Unión Europea, sería un grave error para mantener el cultivo del plátano en Canarias. La Unión Europea comprendió, tras la Segunda Guerra Mundial, la necesidad de sostener el campo con “aportaciones públicas”, donde la defensa de nuestros campesinos y del medio ambiente deberían ir siempre de la mano. 

En Canarias, se reconoció a un sector agrario que tenía una implantación en cinco islas, con más de once mil explotaciones, significando el ser o no ser de la economía de numerosos municipios, alejados de zonas turísticas y de grandes núcleos urbanos. Un ejemplo podrían ser, San Andrés y Sauces, el Valle de Aridane, Isla Baja, Hermigua, Gáldar, Guía etc., referentes de un paisaje y un paisanaje vivo, donde los plátanos que enviamos a la península, más de mil toneladas diarias, contribuyen de forma directa a la calidad de vida de nuestra gente. El cultivo de la platanera es una referencia en los costes de producción local. En algunos casos, minifundios en laderas de difícil acceso, en los que la superficie de las paredes es superior a la cultivada, problemas de canalización de aguas, corte de piñas y su traslado, etc. Unos ejemplos los podríamos ver en el Barranco del Agua en Los Sauces o Amagar en Tijarafe (isla de La Palma). Otro aspecto a tener en cuenta es la comercialización atomizada que encarece y dificulta la competencia en el mercado frente a una distribución concentrada por los bananeros, que permite una mayor competencia. Los canarios estamos fragmentados en pequeñas entidades y, ante esta situación, ASPROCAN quema su tiempo en una pelea familiar en casa, defendiendo producciones tropicales de 8 kg/m2 , dejando en la ruina a los que producen entre 4 o 5 kg/m2 , contribuyendo a debilitar a los pequeños agricultores, quedándose una minoría con las ayudas europeas, lo que ha ocurrido en los últimos dieciséis años con la pérdida de unos 3.500 pequeños agricultores, como bien avala el profesor de economía Juan S. Nuez Yánez en su artículo publicado en el nº 65 de esta revista. Hemos sufrido una situación poco favorable para la agricultura en un territorio con numerosas limitaciones topográficas, climáticas, culturales, etc. Una actividad productiva, próxima a la jardinería, básica para fijar población al territorio, en la que hemos de buscar el máximo acercamiento entre lo social y lo ambiental. Las buenas relaciones con Europa son básicas, máxime cuando ellos han entendido que nuestro paisaje y paisanaje han de estar armonizados, donde agricultura, población y medio ambiente, deben de ser un todo. Valga como referencia la Comunidad de Regantes de Los Sauces, que ha creado una infraestructura hídrico-agraria de las más eficientes de Canarias, con un espacio de 167 hectáreas con 1.390 comuneros, consiguiendo regar cada doce días, a pesar de haberse reducido la capacidad de producción de agua de los nacientes de Marcos y Corderos, que han pasado de más de 290 m3 /hora a 192. Por ello, una mala comercialización no puede poner en peligro el esfuerzo de cientos de agricultores, como sería este caso. Cambiando de asunto, quisiera referirme también a un tema que cada vez preocupa más a nuestra sociedad palmera y a sus responsables políticos, la escasez de agua. En el año 2015 todos los Estados miembros de Naciones Unidas aprobaron 17 Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El Informe de Objetivos de dicha Agenda de 2019 hacía mención de la preocupante situación de escasez de agua en el planeta, donde dos mil millones de personas viven en países en los que hay un alto nivel de estrés por esta razón y unos cuatro mil millones la sufren de forma grave durante al menos un mes al año. Por tanto, en cualquier lugar del planeta, el agua ha de ser un bien que necesita una especial atención a la hora de gestionarla, tanto por parte de la población como de sus responsables públicos. Aprovechando la oportunidad que me ofrece este medio, pongo a vuestra disposición un artículo publicado en agosto de 2020 en mi blog, titulado El agua, de Barlovento a Fuencaliente. En esa fecha publiqué lo que entiendo prioritario en la gestión del agua en Barlovento, y como creo la conciben los responsables políticos locales. Declaraciones con distintas lecturas, no solo por interés económico y político de quien las propone, también por temas generacionales. Para quien suscribe, que ha pagado cuotas para perforar galerías secas a lo largo de cuarenta años, seguramente el agua tiene un sentido subjetivo hoy ignorado por una generación que encuentra agua en el grifo sin mayores dificultades. Este es un asunto que debemos separar de nuestra geografía pues el agua es un bien escaso y problemático en casi todo el planeta. Tanto aquí como en Sebastopol, su uso debe estar orientado al ahorro y buena gestión. Es en este marco donde queremos situar estas líneas, pues en una sociedad que ha mercantilizado hasta el aire, hemos de diferenciar de manera clara valor y precio. Necesitamos un debate político y social en las prioridades de la gestión de los recursos. El nuevo estanque de Los Camachos o la elevación de las cinco galerías más bajas de Barlovento hacia La Laguna no es un tema baladí. Un par de horas de agua de esas cinco galerías llenarían ese nuevo embalse, mientras un aguacero de 50 l/m2 en la costa de Barlovento conlleva que miles de m3 de dichas galerías vayan al mar. Con un embalse como el de La Laguna de Barlovento es lamentable que esto siga ocurriendo en nuestro territorio. No debe circular por la misma atarjea el agua y la política. Cuando esto ha sucedido en el pasado, se produjo en muchas ocasiones un entramado caciquil del que tenemos triste ejemplos en Canarias. En Barlovento hay una rica experiencia de la comunidad de regantes Unión de Canales que ha gestionado con buenos criterios el riego de algo más de 250 hectáreas de cultivo de plátanos. La gestión del riego de las medianías en Barlovento, ahora con problemas al ser municipal, tiene mucho que aprender de la Unión de Canales y tal vez lo más lógico sería unificar su gestión. Quienes han sido capaces de fusionar y gestionar los canales de ocho galerías tienen mucho que decir de la construcción de este nuevo embalse o cualquier otra nueva obra hidráulica en Barlovento. En una sociedad democrática debemos debatir estas propuestas; del uso que le demos al agua depende en gran medida el futuro de nuestras islas. El buen funcionamiento de la red de riego de las medianías es clave. Veamos lo que ocurre con el canal de Barlovento a Fuencaliente. En torno a esta obra hidráulica tenemos el 42% de los plátanos de la isla, no siendo menos importante en otros cultivos (aguacates, hortalizas, etc.). El consumo de esta zona supone más de14.5 millones de m3 sin contar con la demanda urbana; a la vez no se dispone de embalses para aprovechar las aguas del invierno excepto por La Laguna de Barlovento y los dos embalses de San Andrés y Sauces con capacidad de unos 500.000 m3 . Esto quiere decir que con un par de aguaceros se vierten a los barrancos y al mar gran parte de los caudales de las galerías, pues en pocos sitios se cuenta con depósitos en la costa este de la isla para almacenar el agua ni tan siquiera de quince días, con la única excepción de aquellas galerías que tienen cierre en su frente, siendo los depósitos más importantes de la isla, los de aguas subterráneas cerradas tras los diques impermeables naturales en el subsuelo. La asignatura más importante de la cuestión hidráulica de La Palma es la construcción y gestión de embalses para aprovechar los caudales que van a los barrancos, en el invierno. Esto es clave, pues al parecer nuestros canales pierden más del 30%. La prioridad será aprovechar al máximo los caudales existentes, reduciendo las pérdidas en el transporte, o manteniendo el cierre en la galería del Trasvase por la boca de Aduares, diferente a la de Hermosilla que no está detrás de ningún dique. No es oportuno hablar ahora de desaladoras u obras espontáneas como el tanque de Barlovento. Necesitamos un debate vivo y continuo sobre el uso del agua, donde se valore lo que estamos haciendo bien (como la Unión de Canales de Barlovento), o la participación de los agricultores en las comunidades de regantes. Las nuevas generaciones deben reflexionar sobre lo que se ha hecho en la historia reciente de la isla, con miles de kilómetros de atarjeas, sorribas o pozos. Este es un asunto con rica experiencia que nos puede brindar oportunidades para el futuro.


Wladimiro Rodríguez Brito.

Doctor en Geografía por la ULL.


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