sábado, 8 de enero de 2022

El Brexit, las papas y el coste de los alimentos


La energía y los alimentos son temas básicos en todo el planeta. En Canarias, en los últimos años hemos hablado del cambio climático y del cambio de modelo económico, pero los acontecimientos han ido por otro lado. Los responsables políticos no se han dado por enterados de lo que está ocurriendo en el planeta. Pensemos que hace 15 o 20 años se hablaba de sembrar alimentos para producir etanol –supuestamente nos sobraban alimentos-, ya que éste competía con el petróleo como principal fuente de ‘energía’.

Hoy, afortunadamente, nadie habla del etanol como alternativa y eso nos debe llevar a reflexionar.  A finales de 1845, una terrible plaga "roya o miliun" destruyó las plantaciones de papas en Irlanda en apenas unas semanas y produjo la Gran Hambruna Irlandesa, que se llevó por delante la vida de un millón de ciudadanos e hizo emigrar a otro millón de personas.

Qué podemos decir en Canarias si uno de los alimentos básicos en los últimos 500 años han sido las papas. Hemos de tener en cuenta que desde finales del XIX hay circunstancias económicas que tienen que ver con la semillas traídas de las islas británicas, mientras que el resto de semillas se hacían aquí con las variedades locales que rotábamos entre la montaña y la costa o el norte y el sur para mantener la producción. 

Sin embargo, en los dos últimos años han ocurrido temas que nadie comenta y que son expresivos de los problemas que tenemos en el Archipiélago. En una década hemos pasado de sembrar 15.000 Has de papas en Canarias a situarnos en 12.000-13.000 Has a comienzo de este siglo.

Veamos lo que ha ocurrido con el Brexit y las papas de semillas. en Canarias. En 2020 importamos unas 5.071.755 Kg de las previstas 10.000 Tn de papas de semillas de las islas británicas. Es decir, sembramos unas 4.200 Has con semillas de Inglaterra. Sin embargo, en el año que acaba de terminar hemos importado 1.220 Tn (dato hasta el 28 de diciembre de 2021), lo que significa que la semilla de papa inglesa que hemos traído y sembrado da para una siembra en unas 1.000 Has. Es más, sabemos de agricultores que han tenido que estar recorriendo la isla de Tenerife para conseguir semillas de papas para poder sembrar, algo que no había ocurrido desde la época del racionamiento. Para completar este gris panorama, los precios de las semillas han subido en algunos casos hasta el 20%. 

Lamentablemente en la vida política de estas islas, desde la consejería del Gobierno de Canarias hasta las de los Cabildos, no tenemos ninguna referencia ni escuchamos ninguna preocupación por esta situación ni la de posibles alternativas y soluciones, ya que si los problemas vienen generados con el Brexit –algo que era previsible- teníamos que haber tenido previsto algún mercado alternativo para la provisión de semillas y más teniendo en cuenta que en la Península nos alegan que no son aconsejables sembrar sus variedades en Canarias debido a los problemas fitosanitarios. 

Hemos de destacar que esta situación se produce en un marco social de abandono del campo y de los campesinos, pero que en las Islas tenemos suelo suficiente para el autoabastecimiento de papas. Hablamos de tierras que en muchos casos son potencialmente de riesgo para propagar los incendios en verano y que ahora están abandonadas. Solo hay que ver cómo los cultivos tradicionales de las medianías de papas, cereales y leguminosas han descendido enormemente en Tenerife. 

La crisis agraria local hemos de asociarla en gran medida a las importaciones de excedentes del exterior, en muchos casos con precios dumping –por debajo del coste de la producción local-. Así, en junio de 2021 teníamos excedentes de papas de Egipto e Israel en Canarias y los agricultores locales no cubrieron ni siquiera sus costes por sus cosechas, cobrando en algunos casos menos de 0,30 euros el kilo de papas. En este marco, la actitud de las grandes superficies tampoco ha ayudado, ya que no han demostrado interés en potenciar la producción local, garantizando unos precios mínimos a nuestros agricultores para cubrir sus costes. 

Parece obvio que este modelo no debe continuar así. En consecuencia, hemos de garantizar unos precios a los agricultores y esto se puede articular de dos maneras. En primer lugar, con cooperativas que hagan fuerte a nuestros agricultores y con acuerdos permanentes con los distribuidores y grandes superficies y, sobre todo, creando condiciones para que los jóvenes se incorporen al campo, resolviendo problemas de suelo, de agua y garantizando unos ingresos mínimos que les permitan vivir dignamente. 

Eso va en paralelo con expresiones tan al uso como ‘huella de carbono’, ‘kilómetro cero’ y ‘sostenibilidad’, puesto que el marco actual de importarlo todo –incluidas las papas- nos crea una situación indeseable debido a la alta dependencia externa y más ahora, con el problema del transporte, a lo que se unen aspectos sanitarios y, por supuesto, la necesidad que tenemos de crear puestos de trabajo debida a la alta tasa de paro en Canarias, y en especial, de la población juvenil. 

Hemos expuesto alternativas para afrontar un problema que cada día se acrecienta. No se puede estar mirando para otro lado, pendiente de fórmulas milagrosas en la agricultura o de producir papas como si fueran tornillos en una fábrica. Necesitamos campesinos y una gestión del campo que proporcione una calidad de vida digna y suficiente a nuestros jóvenes para que se incorporen a una actividad que tiene que seguir siendo prioritaria. De lo contrario, estaremos a merced de lo que nos manden desde fuera y sufrir el abandono total de nuestra tierra.


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