sábado, 15 de enero de 2022

LOS BURROS Y EL ETANOL

Hace unas décadas el amigo Pedro Molina (QEPD) organizó un encuentro en la lagunera Plaza del Adelantado con burros de cuatro patas como tema de dignificación y encuentro con uno de los animales más útiles en la historia del campo canario y que se encontraba en vías de extinción. Los burros han sido animales útiles que han sobrevivido con cuatro palotes de millo y unos rastrojos como gran parte de la cultura agraria de ayer y debemos estarles agradecidos.

La energía barata como alternativa al petróleo y el etanol, “las supermáquinas que no contaminan”, los fertilizantes -cada día menos abundantes- y las mejoras genéticas en las semillas de Norman Borlaug -el hombre que salvó 1.000 millones de vidas- han dejado en el vertedero de la historia toda una cultura, todo un saber y hacer. Quedamos muchos burros de dos patas y algún burro de cuatro patas -en algunos circos o centros zoológicos, pero aquí también quedan campesinos arraigados al ayer. 

Estábamos en la fiebre de energía barata y abundante con el etanol, destacando dos grandes productores como Brasil y Estados Unidos con grandes plantaciones de caña de azúcar y campos de cereales para producir combustible. Los temas del cambio climático estaban en atracciones intelectuales, incluso aspectos antagónicos en lo sociales donde George W. Bush se reunió con Ignacio Lula da Silva hace 15 años para potenciar técnica y económicamente una alternativa al consumo de 80 millones de barriles diarios de petróleo. Ahí no había preocupaciones por el clima y, en consecuencia, se hablaba de más energía y de más coches. Un disparate.

Ahora, en nombre del progreso de izquierda, Alberto Garzón descubre el mundo industrial agroganadero como socialmente malo porque maltrata a los animales y contamina los acuíferos. Según parece, propone volver al pastoreo, a la vida campesina, pero distrae la justa reivindicación de los ganaderos que malvenden la leche a 0,40 €/litro. Es decir, hay que pasar de las vacas manantial que dan hasta 12.000 litros de leche a unas pírricas vacas de 4.000 litros. Lo progre no son las macro granjas ni un modelo urbano consumista con campesinos maltratados tanto en el plano económico como en el social. En mi casa, las vacas tenían tres lecturas: labrar, leche y estiércol, aunque ahora dicen que éste contamina.

Bush y Lula da Silva no hablaban de asuntos ambientales y sociales. Planteaban desforestar plantaciones de caña, soja y maíz para tener combustible barato. Hoy, 15 años después, el río Paraná -el segundo de América del Sur- ha perdido caudal debido a la desforestación, ha dejado de ser navegable en parte de su cuenca y tiene numerosos problemas ambientales y sociales.

Sin embargo, lo más importante es que no sobran alimentos. Jair Bolsonaro compró el mes pasado 70.000 tm3 de trigo a Rusia y los Estados Unidos de Joe Biden han pasado a ser los segundos exportadores de trigo tras los rusos. Biden asegura que la exportación de trigo es más peligrosa que la de las armas. Ahora los estómagos vacíos nos obligan a buscar caminos sociales y ambientales que en teoría tenía Lula da Silva y creo que Garzón ha confundido asuntos sociales y ambientales con un modelo que maltrata la naturaleza.

Claro que las macro granjas contaminan y ¿las macros ciudades? No podemos hacer una falsa lectura de un futuro sin burros de cuatros patas, sin campesinos ni agricultura familiar. ¿Existe la sostenibilidad sin agricultores ni ganaderos? ¿Entienden los progres de esta tierra que los campesinos son una especie que tenemos que cuidar, al menos, tanto como las palomas o la laurisilva?

Claro que hemos de cuidar los aspectos ambientales y sociales. Los burros pueden jugar un papel ambiental con pastores en zonas aisladas, ya que hemos de retirar combustibles en prevención de incendios e incluso podemos hablar de coste económicos y sociales. El medio ambiente requiere más campesinos y se pueden hacer surcos y actividades agrarias con nuestros burros, ya que el medio ambiente es mucho más que hablar del CO2 y de la huella del carbono. El progreso es mucho más que nuevas tecnologías separadas del medio, de la gestión ambiental de uso y del abuso de combustibles fósiles y del mundo social.

Los campesinos y los burros no son cosas de circos y zoológicos o elementos contemplativos en las ferias. Son animales con derechos y tenemos una cultura con raíces que no debemos mandar al vertedero de la historia. Garzón debe de dedicar un tiempo a la trashumancia y renovar un máster con pastores en zonas de montaña para entender la vida rural. Lula da Silva seguro que se confundió y ahora, Jair Bolsonaro, y los desastres ambientales de una explotación de la naturaleza sin cabeza ni corazón con bolsillos de unos pocos, nos obliga a tener un mundo más solidario social y ambientalmente hablando.

En Canarias no tenemos petróleo ni etanol. Aquí llamamos ‘sostenibilidad’ a unos paneles solares con unos enchufes para los coches y seguimos, desgraciadamente, utilizando fueloíl y ¿el gas para cuándo? Hablamos de energía verde y otros cantos al sol. Sin embargo, en Granadilla o en la costa de Agüimes tenemos unos de los mayores emisores de CO2 de toda España y aún no hemos puesto fecha para encontrar una alternativa a esta situación. Hagamos un esfuerzo por acercarnos a la naturaleza y al medio ambiente, armonizando las nuevas tecnologías con la cultura de ayer, pero mirando hacia el campo.

Pongamos recursos públicos para potenciar el trabajo agroambiental y la agricultura ecoambiental. Valoremos una vida más sana y las hectáreas cultivadas en zonas estratégicas. Nada de macro granjas sino más recursos para los campesinos e incluso para mantener espacios cultivados. Firmemos compromisos económicos con los agricultores y ganaderos para que mantengan el campo sin matorrales antes del verano y, sobre todo, para dignificar una actividad que sigue siendo esencial en nuestra tierra. Tratemos con más respeto y cariño las cosas del pasado y no confundamos los burros de cuatro patas con los de dos.


1 comentario:

  1. Como todo lo que implica al medioambiente, es un compendio complejísimo de cuestiones lo que aquí aludes. Y si la edad me ha traído algo bueno, ello es el convencimiento de que todos somos unos burros de cuatro patas, con una burremia sin límites. La edad, también, me lleva a la conclusión de que el paso del tiempo y los avances tecnológicos pueden hacer que los menos tontos de nosotros puedan hacerse mejor idea de hasta qué punto lo que quizá sabemos no llega ni a una millonésima parte de lo que ignoramos.

    Con eso por delante, creo que ese tema tan súbitamente de moda como el de las macrogranjas, cuestión que los que nos movemos profesionalmente en el ámbito medioambiental conocemos, pero que para nada era sujeto de debate callejero, se puede abordar desde tres enfoques, los cuales pueden situarse en personas diferentes o en una sola.

    1) El ecológico de eticidad FUERTE: se rechaza, sin ambages, todo aquello que implique maltrato animal. A partir de aquí, nada que discutir. La ganadería estabulada y de gran escala es reprobable "per se".

    2) El ecológico de eticidad MEDIA: esa modalidad de agricultura contamina, y en nuestra lucha (seguramente ya perdida, pero bueno...) por dejar a nuestros hijos un planeta no mucho peor que el que encontramos TODO lo que sea reducir contaminación es PRIORITARIO.

    3) El ecológico de eticidad CERO. Pura conveniencia económica. Si las macrogranjas no son rentables, son negativas.

    Cada uno de estos tres enfoques tiene, a su vez, muchos aspectos a discutir, aspectos que cada persona contempla de manera diferente por mor de sus genes, de sus vivencias y de su situación social.

    Pero, aunque me sorprende este auge del debate, no lo hace en grado sumo. Los españoles que nacimos en los años 30, 40, 50, 60...lo hicimos en una sociedad cuya crueldad con los otros seres vivos no tenía límite. Yo diría que constituíamos un pueblo sádico, de una complacencia insana y patológica en nuestra nula empatía hacia otras formas de vida.

    Era una sociedad que no sólo toleraba sino que incluso se regocijaba ya no con "espectáculos" del jaez del toreo, el lanzamiento de cabras desde campanarios, alanceamientos de equinos y bovinos, decapitaciones de aves...sino que incluso el desagradabilísimo ceremonial del acuchillamiento de un puerco constituía un acontecimiento familiar, vecinal y hasta municipal.

    Afortunadamente, nuestros hijos y nuestros nietos son infinitamente mejores personas que nosotros. "La matanza", la caza, el toreo, la pelea de gallos, la pelea de perros...repugnan a nuestros jóvenes.
    Bienvenidos sean estos tiempos, al menos en tales cuestiones.

    Quienes no introduzcan este posicionamiento ético y empático de los jóvenes en el intento de comprender la ecuación planteada van a tener problemas graves para encontrar soluciones mínimamente válidas.

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