sábado, 28 de enero de 2023

FITUR: ALGO MAS QUE AVIONES Y PAPA CON MOJO

Leemos en los medios de comunicación lo bien que van las cosas para la economía canaria, ya que tendremos muchos aviones con rumbo a Canarias en los próximos meses y, en consecuencia, la economía del Archipiélago saldrá del pozo que nos ha impuesto la pandemia de COVID-19.

Tenemos un modelo económico con un monocultivo, que es el turismo, pero echamos de menos una mirada a nuestro entorno, que tiene muchas curvas a las que le debemos dar algunos retoques, más allá de las alegrías coyunturales ¿Es serio valorar el turismo de manera coyuntural? 

No podemos olvidarnos del marco global, de temas energéticos, del autoabastecimiento y de planteamientos relativos a la energía y el clima. Son aspectos de los que hablamos todos los días, pero no vemos que desde las Administraciones Públicas se haga nada. Ahora colocan unos molinos y paneles solares y se habla de sostenibilidad, huella de carbono, kilómetro cero, aviones y CO2, pero no hilvanamos unas líneas sobre lo local, sobre el turismo y la sostenibilidad ni sobre los alimentos, el paisaje y el medioambiente.

¿Es razonable traer turistas a Canarias para ponerle papas arrugadas importadas de Inglaterra o Israel, ensaladas con tomates de Marruecos y cebollas de Nueva Zelanda? ¿Podemos entender que en un paisaje tan singular como el campo de Lanzarote desaparezcan las tuneras, la cochinilla, las cebollas y parte de los viñedos? Solo basta echar un vistazo para ver lo que está ocurriendo en los entornos del volcán de La Corona en el Norte. Lo mismo ocurre en los bancales de La Gomera y en los viñedos del sur de La Palma, que están cubiertos por flora invasora como el rabo de gato (Pennisetum setaceum).

Hemos de cuidar las relaciones en foros turísticos, como es el caso de Fitur, pero seamos más humildes y sensatos y no gastemos todo el tiempo en fuegos artificiales. El campo y los campesinos no solo son algo básico en la sociedad canaria porque hablamos de alimento y estabilidad social, de la vida en los pueblos y de la Canarias vaciada. 

El campo y su trabajo son sinónimos de dignidad y valor social y elementos clave en nuestra sociedad. La gastronomía es algo básico en las demandas de los visitantes y el campo labrado es paisaje en los entornos poblados que son sostenibles junto con las playas, el clima y los hoteles. 

Hemos realizado una humanización en Canarias y en territorios de bancales se han realizado obras hidráulicas -construidas por varias generaciones de canarios- que son auténticas catedrales que se han levantado en un suelo con muchas dificultades para cultivar. Son nuestros polders, de los que los holandeses se sienten orgullosos de ganarle tierra al mar. Aquí hemos humanizado lavas calientes para plantar almendros en Santiago del Teide y Guía de Isora o para cultivar cebollas en la Caldera de Tinajo y malvasías en Fuencaliente bajo los lapilli del volcán de San Antonio.

Hemos de cuidar el turismo defendiendo aspectos razonables en las demandas sobre los costes de los aviones y las razones energéticas más solidarias con Canarias. Hemos de valorar y potenciar la producción local, tanto por la demanda de nuestra gente, como para no defraudar a los visitantes con papas arrugadas del país y mojo de pimienta local. Para ello los responsables políticos han de poner recursos de todo tipo –formativos, económicos y de infraestructuras- que potencien el agro con inversiones y compromisos que traten a los campesinos con más respeto y que favorezcan el necesario cambio generacional.

En Canarias necesitamos un giro de muchos grados en el plano político y económico con el campo y los campesinos. Creo que no me equivoco al decir que estamos próximos al final de un modelo de comida barata y que el estómago marcará nuevas pautas, ya que ahora sembramos menos y cultivamos peor que hace unas décadas. A eso hay que añadirle nuestras limitaciones energéticas, los problemas con los fertilizantes –que han triplicado su precio-, nuestra dependencia del exterior y, lo que es peor, una cultura urbana alejada del mundo rural. 

Hagamos un “Fitur local”, contando con los colegios y centros sociales y educativos, poniendo en valor una cultura de ayer –la de la ganadería, la agricultura y la pesca de Canarias- que es básica para mañana. Miremos para detrás para emprender caminos hacia el futuro.


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