sábado, 6 de mayo de 2023

Papas, alisios y campaña electoral


En Canarias sufrimos en los últimos meses un periodo seco, sin precipitaciones verticales, pero, sobre todo, la carencia de la lluvia horizontal y de la sombrilla que produce el mar de nubes de los alisios, que hace que las medianías del norte de las islas sufren una sequía similar a los sotaventos. Esto hace que los problemas agroforestales se agraven, puesto que de finales de septiembre a febrero hemos tenido un invierno húmedo y, en consecuencia, una abundante vegetación en nuestros campos y montes. 

Ahora urgen medidas que actúen en apoyo del mundo agrario con actuaciones en la prevención de incendios, la retirada de combustible de zonas pobladas y la limpieza de vías de comunicación y de los cortafuegos.

En Tenerife queda una zona que es referente en toda Canarias como un territorio en el que sobreviven las papas de color -introducidas desde el siglo XVI- y que siguen siendo una referencia, ya que mantienen la semilla local y la papa de color hilvanada con trigo, barbilla, chochos y otros leguminosas y cereales. Aquí y ahora pervive una cultura con un paisaje singular en torno a Icod el Alto y Benijos, a lo que hemos de añadir pequeños oasis en Anaga –con papas borrallas- o en La Esperanza –con papas coloradas. 

No podemos entender lo que ocurre en nuestro paisaje separado de los problemas económicos y humanos. Hemos de insistir en dos problemas básicos: el entorno socioeconómico y el suelo y la propiedad de la tierra: hablamos de capitalización, minifundio, comercialización, mercado de oferta y demanda e ingresos y gastos para los agricultores y ganaderos. 

Estamos en tiempo de campaña electoral y hemos de preguntar qué política tienen las Administraciones hacia la producción local. ¿Se está aplicando la Ley de Cadena Alimentaria aprobada en 2021? ¿Se está cuidando que no se vendan productos del campo por debajo del precio de coste? ¿Se está aplicando eso en Canarias, aquí y ahora?

En estos días hemos hablado con media docena de responsables de las empresas más solventes de la comarca, que siembran en torno a cuatro o cinco hectáreas cada uno y que disponen de medios mecánicos con nivel profesional competente. Nos cuentan las dificultades que sufren ante los precios, ante las importaciones -incluidas papas importadas para consumo de países no comunitarios- a los que hemos de añadir los costes de las semillas y de los abonos químicos, sin olvidarnos de otros problemas locales como los minifundios, problemas en la rotación de los cultivos y con la polilla guatemalteca. Así, el coste de un kilo de trigo está en torno al euro y aquí importamos trigo de Ucrania, donde nos dan tres kilos por euro. ¿Queremos gofio con trigo del país? ¿Hay una defensa del trigo de aquí como una variedad que hemos de conservar?

Con los datos que conocemos, los agricultores y ganaderos no pueden vivir con un mínimo de solvencia. Las empresas que funcionan mejor tienen ingresos complementarios no agrarios y entendemos que el relevo generacional es necesario, tanto por razones económicas como sociales.

El campo y el medio ambiente demandan con urgencia una política agraria y ambientales que reconozcan derechos de calidad de vida a los que cuidan la tierra y producen alimentos. Sin una nueva lectura social, las propuestas sociales y ambientales de kilómetro cero, huella de carbono y cambio climático sólo son palabras incompatibles con los alimentos baratos y el relevo generacional.

No se entiende que en mayo de 2023 estemos comiendo papas inglesas arrancadas en septiembre de 2022 mientras nuestros campos están abandonados. Aquí podemos autoabastecernos con papas, hortalizas y un amplio abanico de frutas y mejorar la cabaña ganadera. Creo que los temas de la seguridad alimentaria deben ser básicos en la campaña electoral y que la Ley de Cadena alimentaria no puede quedar en papel mojado. Nuestra supervivencia depende de eso.


Wladimiro Rodríguez Brito









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