sábado, 29 de octubre de 2022

CAMBIO CLIMÁTICO Y CESTA DE LA COMPRA

Leemos con frecuencia aspectos económicos y sociales en el territorio canario mirando básicamente para el turismo; la tropicalización del Archipiélago, la posible ruptura de la eterna primavera y si seguirán viniendo turistas si Europa tiene nuestro mismo clima. Sin embargo, apenas veo que haya preocupación por lo que ocurre en Canarias mirando para casa. Poco se habla del agua, la cesta de la alimentación y la calidad de vida mientras se hacen debates sobre el cambio climático, la huella de carbono y el kilómetro cero ¿Y quién habla del estómago y la salud de aquí? 

Muchos teóricos del medio ambiente proponen modelos para el futuro y no miran o ignoran el entorno de lo que hacemos los canarios. En nuestro marco geográfico, el cambio climático y la cesta de la compra tienen que ver con las tierras labradas y los alimentos, el coste de la vida y el sacho.

La cultura dominante es la urbanita, con muchos gimnasios para hacer ejercicio, pero con tierras sin labrar y campos cargados de maleza. Necesitamos una cultura que valore social y económicamente el campo y los campesinos y fomente el necesario relevo generacional. 

Queremos una cultura implicada con el medio, con una vida sana y un equilibrio entre la naturaleza y su entorno, donde lo rural y lo urbano se complementen. Ahora se ha urbanizado el campo y lo hemos dejado sin personalidad. En muchos casos se ha roto con la singularidad de cada pueblo, olvidando y marginando sus cultivos, la ganadería, los frutales, las singularidades locales y la cultura vinculada a la viña y a las papas.

No tenemos referencias que dignifiquen en el plano social a los jóvenes vinculados con el mundo rural. De manera tímida destacan algunas mujeres con granjas de cabras y bodegas de viñas del país, pero son casos aislados. Igual ocurre en el plano económico, ya que sin salarios dignos será imposible que los jóvenes y mujeres se acerquen e incorporen al campo.

No hemos resuelto temas básicos que penalicen las tierras cultivables cargadas de matorrales. Necesitamos una ley que penalice los suelos de cultivos cargados de maleza -tierras balutas- para ponerlas en una bolsa de suelo con arrendamientos, con garantías para los arrendadores y los arrendatarios y con partidas económicas para los jóvenes que se incorporen al trabajo y precios garantizados por los productos del campo.

No hay salidas mágicas para el campo y la cesta de la compra y creo que es necesario autoabastecernos. Establezcamos en el Parlamento de Canarias presupuestos, fechas y criterios territoriales para que tal propuesta sea posible. Pongamos un listón de precios que garanticen el autoabastecimiento, que acerque lo que demanda nuestro estómago y la salud con lo que requirieron los agricultores para vivir dignamente. Creo que en un corto periodo de tiempo podemos autoabastecernos de productos básicos y que esa decisión está en nuestras manos.

Queridos responsables políticos: hace 30 años, cuando éramos más pobres y teníamos peores comunicaciones, había carencias en la mecanización y los equipos de frio para conservar alimentos se cultivaban miles de hectáreas de papas en nuestros pueblos: Garafía cultivaba 130 ha de papas; Barlovento 90, Teguise 60, Agulo 60, Vallehermoso 76, Gran Canaria 1.758 y Tenerife 7.300. Hoy en día, en Canarias no se siembran ni 3.000 ha. Eso sí, casi todo el mundo tiene un móvil de última generación. 

Lo mismo ocurre con la ganadería. Creo que podemos autoabastecernos de las cabras y las gallinas con queso y huevos y potenciar la producción de forraje con las aguas urbanas depuradas y reutilizadas, dado que las zonas urbanas y turísticas producen más de 250 millones de m3/año que debemos depurar. También debemos regar nuestros campos -especialmente en Lanzarote y Fuerteventura- con más de 40 millones de m3 con aguas reutilizadas para recuperar nuestra agricultura.

Queridos lectores; está en nuestras manos hacer una sociedad más sostenible y solidaria. Para ello tenemos que leer, acercar lo urbano y lo rural y apostar por lo pequeño, por lo de aquí. Hay que contar con nuestros jóvenes, valorando y dignificando lo que hacemos, poniendo recursos económicos y compromiso en una sociedad menos globalizada que mire y respete lo de aquí en el plano social y ambiental. Claro que hay que hablar del cambio climático, pero con hechos y con menos declaraciones, congresos, conferencias y cantos al sol.

Está en nuestras manos hacer de Canarias un territorio más solidario con sus habitantes, poniendo en valor nuestros campos y a nuestra gente, con una naturaleza menos deteriorada y con una firme apuesta por la agricultura y la ganadería que antaño nos sacó de apuros y que debemos potenciar para reducir nuestra dependencia del exterior.

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