sábado, 12 de noviembre de 2022

El agua en La Palma y la cumbre de la tierra

Todos los días aprendemos algo y, aunque tengamos varias universidades en Canarias, los hechos ponen de manifiesto el nivel de ignorancia en el que vivimos. Me explicaba la pasada semana un campesino de Tijarafe cómo los rubios de ojos azules que nos visitan valoran la galería de Los Minaderos mientras los jóvenes locales desconocen temas básicos sobre la economía del agua y del medio rural. No sabemos cuántos conocen el papel de dicha galería en el suministro de agua en La Palma y si saben algo de la historia de las galerías, los pozos, el funcionamiento de la red de agua urbana, las pérdidas en la misma, las redes de alcantarillado y los problemas existentes entre lo que sale de los manantiales y lo que demanda la sociedad.


Así, compran un derecho pagando cifras sorprendentes de 45.000 a 60.000 euros por un caudal que no supera los 70 litros por hora; un derecho que da un 1,3 litro por minuto y unos 600 m3/año mientras nuestros jóvenes hacen rallys y otras actividades alejadas de la cultura del entorno. ¿Se imparten conocimientos de nuestra geografía en los centros educativos? ¿Cuantos jóvenes conocen una galería? ¿Cuántos saben dónde están enclavadas las principales galerías de La Palma?


El Caboco y Minaderos fueron claves en Tijarafe para pasar el agua del aljibe a las casas de los vecinos. Debiera hacernos reflexionar cómo valoran el agua las personas nacidas en entornos húmedos como las cuencas de ríos como el Rhin, Danubio, Támesis o Loira ya que, en general, son territorios poco afortunados por la naturaleza. Sin embargo, en La Palma se compran coches caros, hacemos fiestas del almendro en flor -pero no injertamos los almendros- y se habla de sostenibilidad y de la huella de carbono mientras los campos están abandonados.


Hay que conocer la historia de Canarias y el esfuerzo que se ha hecho para tener más de 2.000 kilómetros de galerías y varios miles de pozos. En La Palma no hay mucha gente que sepa situar el mapa de las galerías y los pozos más significativos. Poco saben los jóvenes sobre los pozos de referencia por aportes hídricos y de Los Tocaderos –la galería más profunda de Canarias– que alumbró agua tras 50 años perforando en una galería seca con más de 6.000 metros. ¿Dónde está? ¿Es la galería más profunda de Canarias? Otro ejemplo desconocido es el papel que jugó la galería de Los Minaderos, que ha sido el ser o no ser para aportar agua potable a la zona peor dotada del líquido elemento en el Noroeste de la isla y que desde Montaña Vaqueros hasta El Time cambió la vida de tres pueblos.


Es necesario hacer planteamientos ambientales y sociales antes de que sea tarde. El mercado de la oferta y la demanda por sí solo, sin prioridades sociales y ambientales, genera tensión y miseria. Hasta ahora ha convivido el binomio agricultura-población y se ha generado mucho bienestar, pero hay que cuidarlo. No podemos dejar un paisaje de casas con piscinas entre pinos y tabaibas, mientras nosotros nos alimentamos de lo que traen los barcos y los campos siguen abandonados.


En el plano cultural, ahora asociamos el agua a las desaladoras, olvidando que estas funcionan con energías fósiles. En Canarias estamos desalando con petróleo más de 300 millones de m3/año. ¿Podemos continuar construyendo desaladoras con energías fósiles? Creo que tenemos que volver a la cultura del agua.


En la cumbre del clima que se celebró esta semana en El Cairo dicen que asociemos el agua a una cultura sostenible y que se realice una buena gestión de los recursos. También habla de cambios culturales y básicos en los que los centros educativos y formativos han de poner los pies sobre la tierra. No entendemos que la Universidad de La Laguna levante altares al Halloween y aquí tengamos un desconocimiento preocupante sobre nuestro entorno, aislado en el globo y separados de la realidad. Cada vez hay más gente que desconoce nuestra geografía y nuestra historia y valga como ejemplo que traemos almendras de California, ignorando los cuidados del campo y la defensa de unos ingresos dignos por los productos de la tierra.


Volvamos a la cultura del agua y a la cumbre de la tierra. Hoy sabemos que las galerías y los pozos están disminuyendo su caudal y, en consecuencia, tendremos problemas ante la merma de los manantiales. Tenemos que hablar de la carga de población que puede vivir –o sobrevivir– en Canarias. Debemos hablar del techo que tenemos, con recursos tan limitados como el agua y el suelo. ¿Podemos alojar en las islas más habitantes, demandando más agua y alimentos? ¿Podemos desalar agua del mar y elevarla al interior de las islas con petróleo? ¿Estamos valorando los consumos de agua por habitante y día? ¿Estamos hablando de las pérdidas en la red urbana? ¿Se habla de la competencia que hay por el agua para regar el césped y las piscinas y la que necesita la población y la agricultura local?


El campesino de Tijarafe tiene razón. Aquí y ahora nuestro pueblo no valora lo que se ha hecho y no asume las limitaciones que impone la naturaleza. El territorio no lo podemos comprar y vender como una mercancía cualquiera y hay que saber cómo gestionar los recursos naturales en una convivencia entre la naturaleza y la población en el que el color de los ojos o el lugar de nacimiento no deben ser la referencia para poner los precios de los derechos de agua.


En Tijarafe y en La Palma hemos perforado más de 200 km de galerías que son fruto del trabajo y esfuerzo de un pueblo. Eso no son juguetes para invertir en la Bolsa y no se puede generar un conflicto por una mercancía muy limitada que se rija por la ley de la jungla. Necesitamos una sociedad que armonice agricultura, medioambiente y turismo. Y eso es mucho más que una compraventa, un mercado y una competencia por algo tan básico como el agua. Recuperemos nuestra cultura del agua, enseñémosla en los colegios y aprovechemos el trabajo y los conocimientos de antaño para seguir viviendo en nuestro Archipiélago de manera digna.

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