sábado, 24 de febrero de 2024

La mundicia


Otra de las dificultades importantes con la que se encuentra hoy en día cualquiera que pretenda mantener alguna huerta cultivada o criar algún animal al aire libre es el daño que sufren sus cultivos y/o animales por parte de la mundicia que, al fin y a la postre, no deja de ser otra cosa que una consecuencia del abandono que se provoca cuando mantenemos más del 70% de tierras balutas en algunas zonas y que, a su vez  genera la proliferación de animales pequeños tipo ratones, perdices, milos… e insectos tipo parásitos como pueden ser los garrapatos que se presentan en forma de auténtica plaga. 

Hace algunas décadas no sólo se araba todo lo imaginable y lo inimaginable sino que, además, en muchas zonas como La Laguna y su entorno se daba fuego a los rastrojos que quedaban a finales de septiembre para que todo volviera a regenerarse con las lluvias. Y llegado el verano los campos estaban segados y limpios, no como ahora en forma de auténticos polvorines que inútilmente pretendemos controlar con drones y satélites. El 30 de junio las tierras deben presentarse limpias, como tantas veces hemos recordado.

Hoy día, como es sabido, ante la carencia de pastores y agricultores ni se limpia ni se quema prácticamente nada y las acumulaciones de zarzales y matorrales no sólo representan un gravísimo riesgo frente a los incendios, véase el tiempo que estuvo una parte de la isla de Tenerife en llamas este pasado verano, sino que se atrae a la mundicia que representa una amenaza casi insalvable para cualquiera que pretenda instalar su labor campesina en entornos de este tipo. Obviamente desde que siembres algo o críes un animal la mundicia se le vendrá arriba sin compasión en medio de esos entornos de abandono. 

Nos contaba estos días don Telesforo Rodríguez, referente campesino lagunero cargado de experiencia de vida a sus 82 años y que sigue sembrando algo de trigo y criando algunas vacas, que hay zonas a las que el ganado no quiere ni acercarse por las plagas de garrapatas y que, es difícil hasta de contar, se acercan y se quedan quietas cuando advierten que vienen a limpiarlas de estos parásitos que suponen un riesgo hasta para las personas. No entraremos en muchos detalles al respecto por razones obvias. 

Sin duda un año especialmente seco como este la situación se convierte en más insostenible, preocupa incluso hasta el poder mantener las semillas adaptadas que se han conservado por generaciones. Efectivamente, de seguir así la sequía con el trigo sembrado, el poco trigo que  siembra en verdad el heredero de Pedro Molina, Telesforo y poco más, podría suceder que como ya prácticamente nadie conserva este cereal guardado nos viéramos en la dificultad de recuperar semilla para cosechas venideras.

Un trigo que, nos contaban, se ha mantenido limpio de centeno cortando a mano las espigas de centeno que inevitablemente se cuelan y que espigan antes que las de trigo, que es increíble y nada valorado (muchas veces hasta despreciado) el esfuerzo humano que hay detrás de la conservación de estas variedades de cereal adaptado, insustituible por semilla foránea, hoy ciertamente en peligro de desaparecer para siempre. 

Estas cosas de las que reflexionábamos, efectivamente, hace unos días con don Telesforo deben ser objeto de análisis por parte de todos. Hablamos de campesinos que se nos están yendo y con ellos una cultura del esfuerzo y de valorizar lo nuestro. Don Telesforo debe ser ya el único que a esas edades mantiene varios ejemplares de vaca basta canaria pastando al aire libre, cuando ya desde que asfaltan un camino rural nadie las quiere en el entorno porque van dejando su rastro en el asfalto y se ensucian las ruedas de los coches. Incluso en algunos sitios el “movimiento vecinal” obliga a recoger las bostas a no ser que sea romería que entonces, y por unas horas, se permite.  

No es un asunto de chiste sino de futuro, de seguridad alimentaria, de limpieza y protección de nuestros entornos rurales contra el fuego, de la necesidad de poner negro sobre blanco normativa que condicione a los propietarios a la hora de mantener las zonas cultivables limpias y, además, como forma también de facilitar el acceso a esta tierras de arrendatarios y/o propietarios jóvenes que quieran producir comida. Si, eso que llamamos kilómetro cero, economía circular, soberanía alimentaria… pero que en la práctica las más de las veces es pura palabrería. 

Como hemos dicho, más del 70 y hasta el 80% de las tierras antaño labradas están balutas, tierras en algunos casos de alta productividad pero de difícil o imposible gestión desde el punto de vista agrícola fruto de tanto abandono y mundicia. Hay que ir en una línea que permita revertir esta situación en forma de bancos de tierra, incorporar una política forrajera que se quedó a la sombra de algún zarzal hace unos años y política de créditos que faciliten el tan cacareado relevo generacional que nunca llega. Única vía, probablemente, hacia una sociedad verdaderamente más sostenible. 

Tres trilladoras, según don Telesforo, trabajando a destajo por meses en La Laguna para separar el cereal de la paja hace unas décadas, asunto que hoy en día probablemente resolvería una sola en apenas unas horas. Reflexionemos sobre el asunto y por qué no se mantienen esas tierras al menos como pastos para alimento de nuestro ganado, siendo absolutamente deficitarios en carne y leche, que se importa todo de una forma que se presenta cada día como más insostenible económica y ambientalmente. Un plan forrajero, que de alguna manera se ha quedado en el cajón del olvido por algún tiempo, puede y deber ser respuesta a muchas de estas circunstancias que han traído consigo tanta mundicia. 

Wladimiro Rodríguez Brito

Juan Jesús González Afonso





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